miércoles, octubre 23, 2013

Remendar como ritual de sanación.



Remendar es un verbo que aprendí en Colombia cuando podía contar mis años de 
edad con una sola mano.  Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, remendar significa “aplicar, apropiar o acomodar algo a otra cosa para suplir lo que falta”,  y si lo que falta es casi siempre dinero, podría entonces afirmar que es ese un verbo de uso regular, no digo que cotidiano porque no sería entonces el sistema capitalista nuestro modelo económico, pero sí frecuente, habitual y por qué no tradicional.

La primera vez que un canapé abandonado a la intemperie se me cruzó en el camino, no dudé un solo instante que muy seguramente todavía había algo que podía hacer por él. Esa costumbre la tenemos en Colombia, cuando queremos 
deshacernos de algo primero pensamos en la familia, en ese pariente que vive cerca y que tal vez recibiría con entusiasmo un sofá de tres puestos para ponerlo en su salón, al lado de la Millonaria que riega desde hace años y que le trae buena suerte. Después, si por cosas de la vida, ningún pariente (cercano o no) acepta la donación – casi siempre recibida más como un regalo que como una obra de caridad- entonces abrimos el círculo a los amigos, seguro que Fulanito que se acaba de casar necesita un comedor o el hijo de la cuñada de Sutanito, que vive sin un peso, va a estar eternamente agradecido de recibirlo. Digo esto con conocimiento de causa, mis padres regalaron a los vecinos del piso de abajo el primer comedor (tejido en mimbre) que tuvimos para hacerle espacio a uno nuevo de madera y años más tarde los muebles de la sala fueron instalados en la casa de mi abuelo. Es más, cuando mi padre era soltero guardaba los muebles de sus amigos  en el apartamento mientras ellos encontraban un lugar donde pudieran utilizarlos. Todo menos desperdiciar, uno nunca sabe cuándo va a necesitar qué, es mejor guardar el sofá viejo en la buhardilla que llevarlo al basurero municipal, de hecho esa nunca fue una opción. Si recuerdo todo esto en detalle es porque hace un par de años vivo fuera de ese país, el mío. Ahora vivo en uno nuevo, uno que me conseguí para poder ir a ver las pinturas que me gustan y aprender a catar buenos vinos. En este lugar la cadena de pasos a seguir (habría podido escribir Conducto Regular pero esas palabras me recuerdan al coordinador de mi colegio y por tanto no las puedo soportar) para deshacerse de ese canapé viejo es más corta: el primer paso (el de la familia) aplica sólo si la relación de quien se deshace con quien recupera es muy estrecha y el segundo (el de los amigos) si quien recupera es estudiante y hasta de pronto desempleado. Aquí si algo estorba en la casa se saca a la calle, al andén, y el camión de la basura, que pasa los miércoles al final de la tarde, lo recoge para llevarlo directo al vertedero. Fin de la vida útil de lo que quiera que ese algo represente en la casa de cualquiera.

He buscado la traducción del verbo Remendar en francés, esto es algo que hago a diario pues debo traducir mis textos del español al francés o viceversa. El resultado en realidad no me sorprende: reparar o corregir, ojo: que no es lo mismo. 

¿Por qué botar ese pantalón si todavía se puede remendar?, no es que necesite ser reparado, porque funciona perfectamente, ni corregido porque no está, si eso fuera posible, equivocado; necesita ser remendado, porque pasó tantos años envolviendo las piernas de alguien que se rasgó, o fue quemado con un cigarrillo, o envejeció y los colores ya no son los mismos que hace dos años, o una gota de blanqueador decoloró por accidente la tela ... ¡pero no por eso lo vamos a botar! En cambio, y para dar un par de ejemplos, yo nunca he visto en mi nuevo lugar de residencia un billete de diez euros remendado con cinta transparente, ni una pieza decorativa/ taza/ bandeja de porcelana que se quebró pegada con Súper Glue y puesta sobre la mesa de centro de la sala.


 La pregunta es si esa costumbre (por eso en el primer párrafo decía tradición) de remendarlo todo,  nos es aprendida naturalmente de generación en generación en Colombia y por tanto hace parte de nuestro legado cultural o si en otros países el verbo remendar no existe simplemente porque las condiciones económicas, sociales y culturales conducen a sus individuos a un ritmo de vida acelerado, casi automático, que no les enseña ni les permite hacerlo.

Después de haber remendado pantalones, pulseras, zapatos, medias veladas, camisetas y hasta luces de navidad, tengo que decir que me inclino más por la primera, el Legado Cultural. Hace más de quinientos veintiún años, cuando el señor Colón vino a bautizar nuestras tierras en muestra de su desarrollada avaricia primermundista, ya éramos desde hace años escultores, orfebres, tejedores, ceramistas, esmeralderos, pintores, algodoneros, alfareros; hacedores de objetos con las manos. Eso quiere decir que durante más de cinco siglos hemos preparado materias primas, predefinido objetos terminados, moldeado, tallado, limado, fundido piezas para un fin (alimenticio, decorativo, fúnebre, festivo, etc.) y por tanto remendado mantas para cubrirse, vasijas de barro, estatuillas de piedra, collares que cubren todo el pecho, pinturas sobre tela, canastas de mimbre sin fondo. Seguramente es por eso que la nuestra es una cultura animista, que cree en el alma de ciertos animales, objetos, elementos naturales y se aferra a ellos para sentirse segura. En Colombia fabricamos objetos y les otorgamos una vida, que a demás de ser el tiempo de utilidad que nos prestan, es la vida de la materia que lo compone, el sofá mismo que no queríamos botar a la basura porque perteneció a la tía y antes a la abuela y que guarda simbólicamente un pedazo de historia familiar del que no estamos dispuestos a desprendernos. Como si ese sofá tuviera los recursos necesarios para contribuir a una vida y a una sociedad mejor.

Creo que por eso remendamos de manera instintiva, de memoria, porque así nos enseñaron. De hecho casi todo se puede remendar, excepto los cuerpos de personas desaparecidas por la guerra, los cuerpos torturados por las dictaduras, los cuerpos de niños maltratados y explotados para trabajar, los cuerpos de personas sin nombre encontrados en fosas comunes, los cuerpos de personas con hambre y sed, los cuerpos heridos por minas escondidas en el campo, los cuerpos de bebés abandonados en canastos, los cuerpos sin territorio ni familia, los cuerpos de indígenas desplazados a la ciudad, los cuerpos de los mártires de la paz que todavía no existe, los cuerpos inmolados y desesperados por la falta de libertad, los cuerpos caídos en la selva, los cuerpos damnificados por la pobreza, los cuerpos mutilados por las armas, los cuerpos lisiados que querían defenderse, los cuerpos atormentados en el olvido nacional, los cuerpos sin nombre, los cuerpos que devienen el Cuerpo de la Guerra. He querido representar ese Cuerpo, utilizando la tierra como elemento generador de la vida y retenedor de la muerte que da forma a la piel que la retiene, una piel remendada, llena de cicatrices, de memoria. La tierra de la Preocupación en la teoría china de las Cinco Fases, “la bilis negra o melancolía” de Hipócrates, la tierra de la “frialdad y sequedad” de Aristóteles, “la tierra que da el ser y es la matriz universal” para los pueblos del neolítico. Mi pequeño ritual de sanación, de reparación, de remedio y de remiendo está dirigido a ese Cuerpo de la Guerra al que interrogo a diario, en respuesta a mi inquieta preocupación por El Otro, por su cuerpo transformado por la guerra, por las víctimas sin voz y la desesperanza que nos invade. Remendar cuerpos que no son míos pero idénticos al que porto, remendar varios por día, mirarlos en la palma de mi mano, dejarlos reposar sobre una cama de tierra, y volver a empezar.


___________________________
Fr.

Remendar est un verbe que j’ai appris en Colombie quand je pouvais compter mes années de vie sur une seule main. Selon le Dictionario de la Real Academia de la Lengua Española, remendar signifie « appliquer, approprier ou ajuster quelque chose a une autre chose pour suppléer ce qui manque », et si ce qui manque est d’habitude de l’argent, je peux donc affirmer que celui-ci est un verbe d’usage courant, je ne peux pas dire qu’il est d’usage quotidien parce que le système capitaliste est notre model économique, mais je peux dire qu’il est d’usage fréquent, habituel et pourquoi pas traditionnel.        

La première fois qu’un canapé abandonné à la belle étoile a croisé mon chemin, je me suis dit tout de suite que je pouvais encore faire quelque chose pour lui. On a cette habitude en Colombie, quand on veut se débarrasser de quelque chose on pense d’abord à la famille, on pense au parent qui habite pas très loin et qui aimera peut-être avoir ce canapé trois places dans son salon, à côté de la Millonaria1 qu’il arrose depuis des années et qui lui apporte du bonheur.   Après avoir fait le tour de la famille et d’être sûr qu’aucun parent (qu’il soit proche ou pas) accepte la donation –qui est en général perçue plus comme un cadeau qu’une œuvre de charité – on passe au cercle d’amis, « c’est sur que Fulanito2 qui vient de se marier a besoin d’une table à manger »  ou « le fis de la sœur de Sutanito2 ,qui n’a jamais un sou sur lui, va être content de recevoir cette table» Je dis ça en connaissance de cause, mes parents ont offert aux voisins d’en-dessous la première table à manger qu’on a eu (qui était tissée en osier) pour faire de la place à une nouvelle table en bois et quelques années plus tard les canapés du  salon ont été installés chez mon grand-père. De plus quand mon père était célibataire il stockait les meubles de ses amis chez-lui en attendant qu’ils trouvent un nouvel endroit pour pouvoir les utiliser. Tout sauf le gaspillage, on ne sait jamais quand est-ce qu’on va avoir besoin de quoi, il vaut mieux ranger le canapé dans la cave que de l’amener à la déchèterie, en fait ce n’était pas du tout une option. Et si je me rappelle de tout  ça en détail, c’est parce que ça fait deux ans que je n’habite plus dans ce pays, qui est le mien. J’habite maintenant dans un nouveau, un pays que j’ai choisi pour pouvoir aller voir en vrai les peintures que j’aime et pour goûter de bons vins. Dans cet endroit la démarche pour se débarrasser de ce vieux canapé est beaucoup plus courte : la première option (celle de la famille) est pertinente si la relation de celui qui se débarrasse avec celui qui récupère est forte et la deuxième (celle des amis) fonctionne si celui qui récupère est étudiant ou s’il est au chômage. Ici si quelque chose devient encombrante on la met dehors, sur le trottoir, et le camion poubelle, qui passe tous les mercredis en fin d’après-midi, vient le ramasser pour l’amener à la déchèterie. Et voilà la fin de la vie utile du canapé.

J’ai écris ce texte d’abord en espagnol, j’ai cherchée la traduction en français du verbe remendar  pour faire la traduction de ce texte et je ne l’ai pas trouvée. J’ai trouvée des mots qui ne correspondent pas exactement à la signification en espagnol : rapiécer, réparer ou corriger, attention : ce n’est pas la même chose. Pourquoi on jettera un pantalon si on peut encore le remendar ?, il n’a pas besoin d’être réparé parce qu’il fonctionne très bien (on peut le porter et il nous protège du froid, etc.), il n’a pas besoin non plus d’être corrigé parce qu’il n’y a pas de défaut de fabrication ; il a besoin d’être remendado parce qu’il a passé tellement longtemps autour des jambes de quelqu’un qu’il s’est déchiré, ou parce qu’il a été brulé avec une cigarette, ou parce qu’il a mal vieilli et ses couleurs ne sont pas les mêmes que l’année dernière, ou parce qu’une goute de blanchisseur a décoloré par accident le tissu… mais  ce n’est pas pour cela qu’on va le jeter ! Par exemple je n’ai jamais vu un billet de dix euros remendado avec du scotch, ni une pièce décorative/une tasse/ un plateau fait en porcelaine remendado avec de la Super Glue parce qu’elle a été cassée.

La question est : est-ce que cette habitude de tout remendar existe parce qu’elle nous a été apprise de manière naturelle, de génération en génération en Colombie et fait partie de notre héritage culturel? ou est-ce que dans d’autres pays le verbe remendar n’existe pas, tout simplement parce que les conditions économiques, sociales et culturelles mènent les individus dans un rythme de vie accéléré, presque automatique, qui ne leur apprend ni ne leur permet de le faire?.    

Après avoir remendado des pantalons, bracelets, chaussures, collants, tee-shirts et même des petites ampoules pour noël, je dois dire que j’ai une préférence pour la première théorie : celle de l’héritage culturel. Il y a plus de  cinq-cent-vingt et un ans, quand Monsieur Colon est venu baptiser nos terres en preuve de son avarice du premier monde, nous étions déjà sculpteurs, tisseurs et tisseuses, céramistes, miniers et minières, bijoutiers, tailleur et tailleuses d’émeraudes, peintres, cotonniers et cotonnières, potiers et potières : créateurs d’objets manufacturés. Cela veut dire que pendant plus de cinq siècles nous avons préparé des matières premières, prévu des objets finis, moulé, taillé, poli, fondu des pièces en fonction d’une utilité (alimentaire, décorative, funèbre, festive, etc.) et pourtant on a remendado des couvertures pour se couvrir, des pots en terre, des statuettes de pierre, des colliers qui font la taille de la poitrine , des peintures sur tissu, des paniers en osier sans fond. C’est sûrement pour cette raison que notre culture est animiste, nous croyons en l’existence de l’âme de certains animaux, objets, éléments naturels et nous nous accrochons à eux pour nous rassurer. En Colombie nous fabriquons des objets et nous leur accordons une vie, qui en plus d’être sa durée d’utilité est la vie de la matière qui les compose, le canapé que nous ne voulions pas jeter à la poubelle parce qu’il a appartenu à la tante et avant à la grand-mère, garde symboliquement un morceau d’histoire familière duquel nous n’avons pas envie de nous détacher. C’est comme si ce canapé avait les ressources nécessaires pour contribuer à une meilleure vie et à une société bonifiée.

On peut remendar presque tout, sauf les corps des personnes disparues par la guerre, les corps torturés par les dictatures, les corps des enfants maltraités et exploités pour travailler, les corps des personnes sans nom retrouvées dans les fosses communes, les corps des personnes qui ont faim et soif, les corps blessés par des mines cachées en campagne, les corps des bébés abandonnés dans des paniers, les corps sans territoire ni famille, les corps des indigènes déplacés de manière forcée dans les villages, les corps des martyres de la paix qui n’existe pas encore, les corps immolés et désespérés par le manque de liberté, les corps abattus dans la forêt, les corps endommagés par la pauvreté, les corps mutilés par les armes, les corps incapables de se défendre, les corps tourmentés par l’oublie national, les corps sans prénom, les corps qui deviennent le Corps de la Guerre. J’ai voulue représenter ce Corps, en utilisant la terre comme élément générateur de vie qui retient à la fois la mort et qui donne une forme à la peau qui l’enveloppe, une peau remendada, comblée de cicatrices, de mémoire. La terre de la Préoccupation dans la théorie des Cinq Phases, « la bile noire ou la mélancolie » d’Hippocrate, la terre de «la froideur et la sécheresse » d’Aristote, « la terre qui donne vie à l’être et qui est la matrice universelle » pour les peuples du Néolithique. Mon petit rituel de guérison, de réparation, de remède et de remiendo est dirigé à ce Corps de la Guerre, vers qui j’interroge au quotidien en réponse à mon inquiète préoccupation de L’Autre. Remendar ses corps qui ne sont pas les miens mais identiques à celui que je porte, remendar plusieurs par jour, les regarder dans la paume de ma main, les laisser se reposer sur un lit de terre et revenir au début.         




1.        Millonaria: plante à fleurs de la famille des Lamiaceae. Son nom scientifique est Plectranthus Verticillatus mais elle est connue comme Plante de l’argent où Millionnaire. La tradition indique que celui qui a une Millonaria chez-lui, il ne lui manquera jamais de l’argent.
2.        Fulanito et Sutanito sont des prénoms utilisés en espagnol qui équivalent à Madame tout le monde ou Monsieur tout le monde en français.


4 comentarios:

  1. Es hermoso. Que regalo tan especial que tengas este blog. Abrazos

    ResponderBorrar
  2. Me gusta tu escrito Laura...
    según voy conociendo, creo que nuestro aprecio por remendar no es únicamente Colombiano. En países como Cuba, y seguramente muchos más, remendando lo gastado, roto, y no deseado es de hecho la única manera de alcanzar una vida mejor. Allí el remiendo es "el medio".
    Sigue escribiendo... seguiré leyendo. :)

    ResponderBorrar
  3. Gracias Hamilton, aprecio mucho tu interés por el blog. Un abrazo para ti.

    ResponderBorrar