Serie: Te extraño
Tela, hilo, arroz
2011
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Para celebrar el año nuevo, Celia Cruz hizo mover la cadera
de un par de amigos franceses. De vez en cuando me permito importar un pedazo
de sol de América Latina, en las primeras horas del 1 de Enero tenía que poner
salsa. En un ambiente festivo, quince personas en mi sala y sin el corcho que
salió volando por la ventana, me propuse lo que en dos años no he podido hacer:
bailar salsa con un francés. Sin muchos voluntarios y con el volumen resonando
en todo el edificio, se me salió el bailao, me puse de pie, miré alrededor,
escogí a un invitado y le mostré lo primero que hay que hacer para empezar el
ritual: poner la mano derecha en la cintura de la dama y tomar su otra mano con la izquierda a la
altura de los hombros. De fondo: La vida
es un carnaval, ¡qué ganas de bailar!, ¡qué cantidad de meses sin chucu-chucu!,
¡qué alegría produce gritar Azúcar!, ¡qué maravilloso sería lograr compartir
eso con mis amigos que me han compartido tanto de su cultura!
Una vez la posición adoptada, escogí el paso básico para
bailar: pierna derecha al lado derecho, pierna derecha al centro, pierna izquierda
al lado izquierdo, pierna izquierda al
centro. Con un poco de swing, unos coctelitos bien hechos y un poco de
paciencia, uno puede bailar hasta varias canciones repitiendo ese movimiento,
es más, uno puede no cambiar de pareja durante media hora y terminar conociendo
su vida entera. Así me pasaba cuando era adolescente, con mi mejor amiga íbamos
a fiestas de amigos, de conocidos, de amigos de amigos, del colegio, del barrio
y hasta de desconocidos en la famosa calle de la ciudad en donde los bares y
las discotecas abrían hasta las 3 de la mañana. El hombre escoge, la mujer
acepta o no (nosotras siempre aceptábamos); el hombre propone las vueltas y los cambios de
paso, la mujer lo sigue con astucia evitando pisarle los zapatos; el hombre
mira a la mujer directo a los ojos, la
mujer empieza una conversación (o viceversa); el hombre y la mujer bailan el tiempo que las piernas aguanten si hay
química en los cuerpos y en la conversación. Así aprendí a bailar salsa, creo
que así aprenden la mayoría de personas, – ¿Pero
también es un baile para coquetear, no? - Si así lo decides, sí. También puede ser un
baile para divertirse sin otras intensiones. –Entiendo. – Un, dos, tres, un, dos, tres, no mires los
pies, diviértete. Pasamos a La negra tiene tumbao, incorporé una
vuelta básica a nuestro pequeño repertorio de pasos de salsa: el famoso Ocho,
-ça s’appel le Ocho, comme le huit, le decía presentándole lo que parecía una
acrobacia. Siempre jugando el curioso reto de traducir lo intraducible. La mano
derecha a la altura de la cintura, abierta sobre la espalda, para empezar la
vuelta; cuando la mujer ve que el hombre pone la mano ahí entonces entiende que
tiene que poner la mano sobre la suya para hacer El Ocho, es implícito, pon la
mano. –Oh là là! –Ves, se llama Ocho
porque haces dos vueltas como la forma del número 8. – ¡Otra vez! –Dobla el
brazo, para que no te duela. – ¿Así? – ¡Exacto!, ahora más rápido – ¡Genial!
– Ahora cuando terminemos el Ocho, me acercas con los brazos y seguimos
haciendo el primer paso que te mostré. Y
pasamos a Que le den candela, lo
estaba logrando, ¡bailar salsa de nuevo!, mi amigo parecía interesado, motivado
y feliz, qué mejor manera de empezar el año que bailando. – ¿Sabes que en
Francia tomar la mano de alguien es algo muy simbólico? –-¿Ah sí? –Cuando le tomas la mano a alguien es porque
es tu pareja o porque estás coqueteando y la persona se muestra interesada. –Veo,
¿aunque sea en un contexto diferente? –En
el contexto en el que estamos, una fiesta, puede no significar eso si de
antemano se sabe que me estás enseñando a bailar, pero si no se aclara entonces
la persona puede pensar que le estás coqueteando, ¡el contexto es súper
importante! – ¡Y eso que no te he
mostrado los otros pasos! –Y cuando le
pones una mano en la cadera a alguien quiere decir que estableces un contacto
físico con esa persona, que están más cerca y los dos aceptan. –En Colombia
cuando bailas salsa con alguien puedes aprovechar para coquetear también, pero
aunque haya mucho más contacto físico que en la cultura francesa no significa
lo mismo; si para bailar hay que poner una pierna entre las piernas del otro no
siempre quiere decir que estás pensando en invitar a tu pareja a tomar un café
y conocerla mejor. – Aquí nunca es la mujer quien busca al hombre para
proponerle salir a bailar, es el hombre casi siempre, si un día estás en una
fiesta y sacas a bailar a un tipo que no conoces tal vez tu chico no se ponga
muy contento. –Entiendo, bueno… ¡tú me conoces bien, sigamos bailando!. “Yo tengo un corazón de rumba que huele a calles de
Cuba, tabaco, café, y chango”, esta mujer es increíble. No es que los
europeos no sepan bailar, como dicen en la tierra de la salsa, es que los
códigos son diferentes, las personas se tocan menos y la guachafita pasa
primero por la palabra que por los gestos. Ese amanecer no pude bailar más de
tres canciones pero una vez más esta cultura me sorprendió, lo que empezó como
un curso exprés de salsa terminó en reflexión sobre las diferencias del
contacto humano según el país en el que me encuentro. Son espejos que se paran
frente a mí y me devuelven la imagen de la persona que soy: cuyabra, quindiana,
colombiana, latina, extranjera. Y entonces uno se va construyendo, pegando los
retazos, compartiendo tradiciones, deshaciendo costumbres, mezclando acentos,
inventando palabras, cambiando pavo por fois
gras, aprendiendo de todos, escuchando sin brindis, bailando sin bailar.
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Fr.
En dansant sans
danser
Pour fêter la
nouvelle année, Celia Cruz a fait bouger les hanches de quelques amis français.
De temps en temps je me permets d’importer un morceau de soleil d’Amérique
Latine. Dans les premières heures du 1
Janvier, il fallait que je mette de la salsa. Dans une ambiance festive, une quinzaine
de personnes dans mon salon où les bouchons s’envolent par la fenêtre, je me
suis proposé de faire ce qu’en deux ans je n’ai pas pu faire : danser la
salsa avec un français. Il n’y avait pas
beaucoup de volontaires et le son résonnait dans tout le bâtiment, mon côté
latin est ressorti, je me suis mise débout, j’ai regardée autour de moi, j’ai
choisi un invité et je lui ai montré la première chose qu’il faut savoir pour
commencer le rituel: mettre la main droite sur la taille de la dame et prendre
son autre main avec la main gauche à hauteur des épaules. Au fond: La vida es un carnaval, quelle envie de
danser!, quelle quantité de mois sans ce rythme!, quel bonheur me produit de
chanter Azúcar !, quelle
merveille pourra-être celle de partager cette danse avec mes amis qui m’ont
partagé autant de leur culture!
Une fois la
position adoptée, j’ai choisi le pas basique pour danser : la jambe droite
vers le côté droit, la jambe droite au centre, la jambe gauche vers le côté
gauche, la jambe gauche au centre. Avec un peu de swing, quelques petits cocktails
bien préparés et un peu de patience, on peut danser plusieurs chansons en répétant
ce mouvement, on peut même ne pas changer de partenaire pendant une demi-heure
et finir par connaitre toute sa vie. C’était
le cas quand j’étais adolescente, avec ma meilleur amie on allait aux soirées
des amis, des connaissances, des amis des amis, de l’école, du quartier et même
des inconnus sur la fameuse rue de la ville où les bars et les discothèques
fermaient à 3h du matin. L’homme choisi, la femme accepte ou pas (nous
acceptions toujours) ; l’homme propose les tours et les changements des
pas, la femme le suit astucieusement pour éviter de marcher sur ses chaussures ;
l’homme regarde la femme dans les yeux, la femme entame une conversation (ou vice-versa) ;
l’homme et la femme dansent le temps que ses jambes tiennent s’il y a une bonne
chimique entre les corps et la conversation. C’est comme ça que j’ai appris à
danser la salsa, je crois que la plupart de gens apprennent comme ça. –Mais c’est
aussi une danse pour flirter, non? –Si
tu le décides, oui. Ça peut-être aussi une danse pour s’amuser sans avoir forcement
d’autres intentions derrière. – Je comprends. –Un, deux, trois, un, deux,
trois, ne regardes pas les pieds, amuse-toi. On est passé à la chanson La negra tiene tumbao, j’ai ajoutée
alors un tour basique à notre petit répertoire de pas de salsa : le fameux
Ocho, – Ça s’appel le Ocho, comme le
huit, disais-je en présentant ce qui avait l’air d’être une acrobatie. Toujours
en train de jouer à traduire l’intraduisible. La main droite à hauteur de la
taille, ouverte vers le dos, pour commencer le tour ; quand la femme voit
que l’homme mets sa main là, alors elle comprenne qu’elle doit mettre la sienne
par dessous pour faire le Ocho, c’est implicite, mets ta main là. – Oh là là!
–tu vois, ça s’appel le Ocho parce que tu fais deux tours comme la forme
du numéro 8. –Encore une fois! – Plies
ton bras, pour que ça ne te fasse pas mal. –Comme ça? – Exactement, maintenant on fait plus vite. –
Génial! – Maintenant quand on fini le
Ocho, tu dois m’approcher avec les bras pour qu’on puisse continuer à danser et
on fait le premier pas que je t’ai appris. Et on est passé à la chanson Que le den candela, j’étais en train de
réussir, danser la salsa à nouveau!, mon pot avait l’air d’être intéressé,
motivé et heureux, il n’y a pas une meilleure manière de commencer l’année qu’en
dansant. –Tu sais qu’en France prendre la main de quelqu’un est quelque chose
de très symbolique? –Ah oui? – Quand tu prends la main de quelqu’un c’est
parce que soit vous êtes en couple soit tu fais la coquine et l’autre est intéressé.
– Je vois, même si c’est dans un contexte
différent? – Dans ce contexte là, une fête, ça peut ne pas signifier ça si on
sait à l’avance que tu es en train de m’apprendre à danser, mais si ce n’est
pas clair alors la personne peut penser que tu es intéressé, le contexte est
super important! –Sachant que je ne t’ai
même pas encore montré les autres pas –Et
quand tu mets ta main sur le hanche de quelqu’un ça veut dire que tu établis un
contact physique avec cette personne, que
vous êtes plus proches et que les deux personnes acceptent. –En Colombie
quand tu danses la salsa avec quelqu’un tu peux profiter pour faire le coquin aussi,
mais même s’il y a beaucoup plus de contact physique que dans la culture française,
cella ne veut pas dire la même chose, si pour danser il faut mettre ta jambe
entre les jambes de l’autre ça ne veut pas toujours dire que tu vas lui
proposer d’aller prendre un café le lendemain pour mieux la connaître. – Ici ce n’est jamais la femme qui cherche l’homme
pour lui proposer de danser, dans la plupart des cas c’est l’homme, si un jour
tu fais la fête et que tu proposes à un garçon de danser avec toi peut-être que
ton copain ne sera pas très content. –Je comprends… bon… on se connaît, allons
danser!. « J’ai un cœur de rumba qui
sent les rues de Cuba, le tabac, le café et le chango », cette femme
est incroyable. Ce n’est pas que les européens ne savent pas danser, comment on
dit dans la terre de la salsa, c’est que les codes sont différents, les personnes
se touchent moins et le désordre passe d’abord par les mots que par les gestes. Je n’ai pas pu
danser plus de trois chansons dans cette soirée mais une fois encore cette
culture m’a surpris, ce qu’au début était un cours exprès de salsa a fini en réflexion
sur les différences du contact humain selon le pays dans lequel je suis. Ceux
sont des miroirs qui se mettent face à moi et me renvoient l’image de la personne qui suis-je : cuyabra,
quindiana, colombienne, étrangère. Et c’est alors qu’on se construit, en
collant des fragments, en partageant des traditions, en défaisant des coutumes,
en mélangeant des accents, en inventant des mots, en changeant la dinde par le
fois gras, en apprenant de tous, en écoutant sans porter un toast, en dansant
sans danser.
Ahhhh, eso si suena muy rico!!! Qué delicia ese baile!!! Me encantó cómo enseñando a bailar salsa, todos aprendieron de todos. Qué Letras Tibias tan llenas de "Azucar"!!!!!
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